domingo, abril 15, 2007

12/04/07: Juana Molina

Este verano me perdí el recital de Juana en el Planetario y todavía estaba con la espina. En realidad ya la había visto en vivo, pero me moría por repetir (sobre todo si era gratis). Por suerte se me dio la semana pasada. Juana tocó en Harrods, en el contexto del festival de cine independiente.

Había un escenario enano y la mayoría de la gente estaba sentada en el piso. Cuando Juana entró en escena algunos trataron de pararse y se armó quilombo, porque tapaban a la gran mayoría que quería quedarse sentada. Hubo discusiones acaloradas con alguna que otra falta de respeto. Feo.

Juana lo resolvió contando la fábula del anciano, el niño y la mula, que yo no conocía y ya no me acuerdo con detalle (estoy por cumplir 27 años, sepan comprender), pero pongámosle que era más o menos así: había un anciano, un niño y una mula yendo a no sé dónde. Cuestión que la gente los ve pasar y comenta "qué espanto que el anciano vaya a pie". Entonces el viejo se sube a la mula y siguen viaje, pero más adelante otros objetan "el niño no debería ir a pie". Se sube el niño con el anciano y van los dos encima de la mula. Más adelante, otros los ven y dicen "pobre mula che, no pueden ir los dos al mismo tiempo". ¿Moraleja? En palabras de Juana, "hagan lo que se les cante, porque siempre alguien los va a criticar".

El recital siguió tranquilamente hasta que de repente, pum. Juana frenó en seco en el medio de una canción, quejándose por el sonido, explicando que algo desafinaba y que así ella no podía seguir. En el recital anterior había pasado lo mismo, así que con mi amiga nos reíamos de que siempre era igual, al tiempo que Juana se disculpaba diciendo "ya me conocen". Y sí. A lo largo del recital -que fue muy corto- hubo varias interrupciones y comentarios del estilo "Gonzalo, bajame el volumen de acá", "Gonzalo, por favor, subime este", Gonzalo esto, Gonzalo lo otro. Me hubiera gustado verle la cara al pobre Gonzalo... El público no entendía y decía "pero qué pesadilla" (textual). Yo sufría no tanto por las interrupciones en sí, sino porque se notaba que Juana estaba incómoda.

Fue un recital medio accidentado, pero a caballo regalado no se le miran los dientes, ¿no? Algún día Juana logrará controlar el sonido en sus recitales y relajarse en el escenario. Si hay que esperar hasta ese momento y bueh, agua y ajo, vale la pena.

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